Imagínese si, en el año 2018, todos los fondos de pensiones estatales de todo el mundo hubieran decidido asignar solo el 1% de sus carteras a Bitcoin.
¿Cómo habría impactado esto al mercado de las criptomonedas?
¿Habría cambiado las reglas del juego, impulsando el valor de Bitcoin a nuevas alturas?
¿O habría sido una mera onda en el vasto océano de inversiones financieras?
¿Se habría visto tal medida como un paso audaz hacia la diversificación de carteras y la protección contra los riesgos tradicionales del mercado, o habría generado preocupación sobre la volatilidad y la incertidumbre asociadas con las monedas digitales?
¿Y qué implicaciones habría tenido este hipotético escenario sobre la estabilidad financiera a largo plazo de estos fondos de pensiones y sus beneficiarios?