¿Cómo saber si una moneda es falsa?

La suavidad es otro atributo clave que ayuda en la verificación de autenticidad. Las superficies de una moneda auténtica, excluidas las zonas destinadas al grabado, deben ser impecables, uniformes y carentes de porosidad. Cualquier irregularidad en este aspecto podría indicar manipulación o falsificación.

El desgaste, aunque natural con el tiempo, también puede servir como herramienta de verificación. Las monedas auténticas suelen presentar un cierto patrón de desgaste que es coherente con su edad y uso. Por el contrario, las monedas envejecidas artificialmente o falsificadas pueden presentar patrones de desgaste poco naturales.

Las imágenes latentes, una característica de seguridad empleada en el diseño de monedas modernas, también son importantes en la verificación de autenticidad. Estas imágenes, a menudo invisibles a simple vista, pueden revelarse utilizando equipos o técnicas especializadas, añadiendo una capa adicional de protección contra la falsificación.

La verificación de la autenticidad de la moneda comienza con una evaluación de su color. Cada moneda posee un tono distinto que sirve como identificador único. El color es inherente a la aleación metálica utilizada en su proceso de acuñación, lo que lo convierte en un aspecto crucial a la hora de verificar la autenticidad.

Otro factor crucial es el brillo de la moneda. Esta característica se logra durante la etapa de acuñación y, al igual que el color, es específica de la composición de la aleación. La intensidad del brillo puede proporcionar información valiosa sobre la autenticidad y el estado de la moneda.